Maite y Ana, las vendedoras de periódicos y revistas en el quiosco del Buen Pastor cerrarán el negocio el domingo. Se han visto obligadas a tomar esta drástica decisión «porque los números no salen, y ahora nos cuesta dinero tener abierto el quiosco».
Ellas son la tercera generación de esta profesión de vendedores de prensa que iniciaron sus abuelos, Narcisa y Julián, en la calle Urbieta, esquina Arrasate. El matrimonio se alternaba en el puesto para estar siempre atendiento a la clientela, ya que en aquella época salía el periódico vespertino Unidad.
A las cinco o seis de la mañana, Narcisa o Julián se colocaban en plena calle, junto al comercio Almacenes Ciprián. Haciendo frío o calor, lluvia o nieve, ellos estaban allí. Y en este punto de la ciudad estuvieron durante 54 años, junto a su cesto de mimbre donde amontonaban los periódicos, hasta que se jubilaron.
Su hija Ana Mari siguió en este duro oficio de la venta de prensa y revistas en plena calle. Con el paso de los años, Ana Mari consiguió permiso municipal para poner un quiosco junto al mercado de San Martín. El punto de venta era formidable por la gran cantidad de personas que transitaban a diario por esta calle para entrar a comprar al viejo recinto donostiarra.
La venta en el quiosco, protegida de las inclemencias del tiempo, era otra cosa para Ana Mari. Ya no se mojaba ni ella ni los periódicos y la atención al público cambiaba radicalmente a mejor.
Sin embargo, a mediados del año 2003, se inician las obras de derribo del mercado de San Martín y Ana Mari tiene que abandonar el lugar y trasladar su quiosco. El Ayuntamiento en principio le quiere trasladar el quiosco a una calle de Altza a lo que ella se opone y tras mantenerse firme consigue que le permitan ubicarse en la plaza del Buen Pastor.
Maite, hija de Ana Mari, continuó con el negocio en esta tranquila plaza, pensando que tras terminar las obras del mercado regresaría con su quiosco a la calle Urbieta. Pero no fue así ya que el Ayuntamiento cedió la explotación del recinto a la empresa Inmobiliaria Frontera, que exigía un canon que Maite no se podía permitir.
En la calle Urbieta llegaba a vender 800 periódicos al día y en el Buen Pastor tan solo consigue vender 100 al no ser una zona de paso de la gente. «Ahora se venden los periódicos en las carnicerías, estancos, supermercados... Los números no salen y no nos queda más remedio que tener que cerrar este negocio que iniciaron nuestros abuelos», dice Maite.
Ellas son la tercera generación de esta profesión de vendedores de prensa que iniciaron sus abuelos, Narcisa y Julián, en la calle Urbieta, esquina Arrasate. El matrimonio se alternaba en el puesto para estar siempre atendiento a la clientela, ya que en aquella época salía el periódico vespertino Unidad.
A las cinco o seis de la mañana, Narcisa o Julián se colocaban en plena calle, junto al comercio Almacenes Ciprián. Haciendo frío o calor, lluvia o nieve, ellos estaban allí. Y en este punto de la ciudad estuvieron durante 54 años, junto a su cesto de mimbre donde amontonaban los periódicos, hasta que se jubilaron.
Su hija Ana Mari siguió en este duro oficio de la venta de prensa y revistas en plena calle. Con el paso de los años, Ana Mari consiguió permiso municipal para poner un quiosco junto al mercado de San Martín. El punto de venta era formidable por la gran cantidad de personas que transitaban a diario por esta calle para entrar a comprar al viejo recinto donostiarra.
La venta en el quiosco, protegida de las inclemencias del tiempo, era otra cosa para Ana Mari. Ya no se mojaba ni ella ni los periódicos y la atención al público cambiaba radicalmente a mejor.
Sin embargo, a mediados del año 2003, se inician las obras de derribo del mercado de San Martín y Ana Mari tiene que abandonar el lugar y trasladar su quiosco. El Ayuntamiento en principio le quiere trasladar el quiosco a una calle de Altza a lo que ella se opone y tras mantenerse firme consigue que le permitan ubicarse en la plaza del Buen Pastor.
Maite, hija de Ana Mari, continuó con el negocio en esta tranquila plaza, pensando que tras terminar las obras del mercado regresaría con su quiosco a la calle Urbieta. Pero no fue así ya que el Ayuntamiento cedió la explotación del recinto a la empresa Inmobiliaria Frontera, que exigía un canon que Maite no se podía permitir.
En la calle Urbieta llegaba a vender 800 periódicos al día y en el Buen Pastor tan solo consigue vender 100 al no ser una zona de paso de la gente. «Ahora se venden los periódicos en las carnicerías, estancos, supermercados... Los números no salen y no nos queda más remedio que tener que cerrar este negocio que iniciaron nuestros abuelos», dice Maite.
1 comentario:
Las obras del Metro causan un socavón de seis metros y se tragan un quiosco.
Juan Ariza y su familia no olvidarán el día de ayer. Sobre las 16.20 h, Juan sintió un temblor de tierra. Sólo pudo saltar y sacar de su mujer y su hija del quiosco que tenía desde hace 16 años a la altura del 17 de Almirante Lobo.
Un socavón de 6 m de diámetro por 6 de profundidad, junto a las obras del Metro, absorbió su negocio...
Esto se hunde, y aquí tenemos la pueba.
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