Llamadas con diseño (Sebastian Bustillo)

MANEL TORREJÓN

BARCELONA
Primero ensamblaron teléfonos con licencia de una compañía eslovena.

Después importaron terminales de Asia a los que ponían su marca, apoyados en contratos de exclusividad para el mercado español.

Pero los directivos de la catalana Metrega eran conscientes de que, más tarde o más temprano, y con seguridad iba a ser más temprano, el producto propio resultaría imprescindible. Para dar ese paso, el negocio de telefonía de Metrega --la otra actividad de la sociedad era la producción de contadores eléctricos, en la que llegaron a atesorar una cuota de mercado del 20%--, se escindió y dio lugar a una nueva sociedad, hoy denominada Spiker Telefonía SL.

De meros importadores y de una estricta presencia en el canal de los instaladores de teléfonos en oficinas, Spiker ha pasado a ser fabricante y a vender su producto a dos nuevos públicos: los operadores de telecomunicaciones nacidos al calor de la liberalización de hace unos años y los consumidores domésticos, que pueden adquirir los teléfonos Spiker en los lineales de El Corte Inglés, de las grandes superficies (por ejemplo, Carrefour y Eroski) y de las cadenas especializadas (Media Markt).

El gerente, Sebastián Bustillo, afirma que sin una firme apuesta por el diseño ese aire fresco nunca hubiera llegado a la cartera de clientes."A finales de los 90 los nuevos operadores sabían que estaban vendiendo teléfonos que no proyectaban una imagen suya en casa de los abonados. Las grandes multinacionales de la producción de terminales no les ofrecían buenas condiciones, les exigían volúmenes muy grandes.

En cambio, nosotros teníamos mucha más cintura.

Pero era necesario lanzar terminales con diseños e ingenierías de nuestra propiedad", expone Bustillo.

Por supuesto, el referente era el Domo de Telefónica. Entonces era el teléfono de altas prestaciones más conocido por el gran público. Spiker confió en el diseñador industrial Josep Lluscà y en Funitec Enginyeria La Salle.

Y en el 2001 dio a luz al Spiker Uno, un modelo del que llegó a entregar 120.000 unidades al año a la antigua Auna Cable. Después vino el inalámbrico Spiker Arena.

La cultura del diseño había arraigado definitivamente en la empresa, que es tomada como ejemplo de metamorfosis feliz por la fundación Barcelona Centre de Disseny (BCD).

Aunque Spiker llega al consumidor residencial (de forma directa y a través de operadoras), su fuerte es la clientela empresarial. Sus teléfonos equipan empresas, oficinas y --con una presencia muy destacada-- establecimientos hoteleros. "El 20% del parque de teléfonos en hoteles es nuestro", asegura Sebastián Bustillo.

Spiker atiende el mercado hotelero desde 1992, después de que dejase de ser obligatoria la utilización del teléfono que suministraba el monopolio de Telefónica."En los últimos años, la competencia de nuestro mercado ha sido feroz. En el sector de los particulares ha sido especialmente dura. Si vas a una gran superficie, puedes elegir entre 100-120 teléfonos inalámbricos de 10 o más marcas". Bustillo enmarca esa variadísima oferta en la tendencia de los usuarios a cambiarse el teléfono inalámbrico. "El hábito de cambiar de móvil se ha extendido de alguna forma a los teléfonos fijos".En el ámbito empresarial, el catálogo es amplio. Spiker comercializa desde terminales de extensión para oficinas hasta teléfonos manos libres o centralitas digitales. Representa en España al fabricante alemán Elmeg, y cuenta con una sociedad exportadora en Kong Kong. Su cifra de negocios anual rebasa los cuatro millones de euros.